El verano pasado tuvimos episodios de olas de calor y altas temperaturas que constituyeron titulares de prensa: en algunos puntos de la geografía europea cerca de 50ºC de temperatura máxima.
Las olas de calor, al igual que el frío extremo, hacen que sea desaconsejable caminar por la ciudad. Cuando se producen tales eventos pienso en la enorme cantidad de datos que los meteorólogos manejan diariamente para hacer pronósticos: datos proporcionados por satélites, series estadísticas, datos proporcionados por observatorios terrestres, etc. Todo esto implica el uso de poderosas computadoras y programas de análisis; pero finalmente, con toda esta información, la interpretación es absolutamente humana hasta el momento. No podemos olvidar que el pronóstico del tiempo es una de las disciplinas más difíciles. Es abrumadora.
Cuando comencé a trabajar en investigación epidemiológica obtuve fondos para estudiar la relación entre la salud y el medio ambiente en una gran región de España. En ese momento no había Internet y las computadoras personales todavía ejecutaban el sistema operativo MSDOS. Tuve la suerte de tener acceso a los sistemas de teledetección proporcionados por los satélites de la serie LANDSAT puestos en órbita por los Estados Unidos para la observación y el estudio de la superficie terrestre. La red LANDSAT nos proporcionó casi dos millones y medio de datos sobre geografía, población humana, uso de la tierra, riego, agricultura, industrias, infraestructuras, etc. Fue realmente impresionante en ese momento. Con toda esa información, establecimos mapas temáticos, morbilidad y mapas de mortalidad, y también recopilamos los datos proporcionados por los servicios provinciales de estadísticas, hospitales y centros de salud. Fue un trabajo de tres años que nos permitió identificar con precisión los problemas de salud más relevantes y ofrecer una serie de recomendaciones a las autoridades de salud, entre otras iniciativas.
Al ver cómo hemos progresado a lo largo de los años en la recopilación y el procesamiento de datos, ese trabajo casi me parece infantil, pero sin duda constituyó una base importante para la investigación posterior.
Ahora, treinta años después, reflexiono sobre mi vida profesional y el viaje que ha realizado por varias especialidades. Conocí un profesor que solía repetir con frecuencia que «uno se especializa en el tema en el que se enseña en la universidad». Su punto de vista era exclusivamente académico, por supuesto; pero no estaba equivocado.
He trabajado en epidemiología de campo y en epidemiología teórica. Luego pasé a aspectos matemáticos, no solo estadística, que podrían aplicarse a la investigación epidemiológica. Más tarde me incliné por los elementos sociales y estudié varias disciplinas hasta llegar a la economía, porque esta disciplina es la columna vertebral de todo. Por tanto, el análisis económico de la salud utilizando ciencia y tecnologías de datos como Blockchain y otras innovaciones ha sido fascinante. Se me abrió un mundo nuevo, quizá un poco alejado de la realidad más inmediata ya que lo mío es la investigación básica. Es algo que a mi edad puedo permitirme, alejado de las presiones para obsesionarme con elaborar un historial profesional competitivo.